sábado, 29 de octubre de 2011

Me acuerdo cuando terminé de leer tu mail.

Fui corriendo a tu casa..

te compré jazmines, esas flores que sé que te gustan. (Supongo que eso no cambió)

No estabas.. se las dejé al portero. ¿a Silvio quizás?

Y te dejé una notita llena de felicidad en la puerta de tu casa.. que hasta la última vez que estuve ahi dentro, estaba pegada en la heladera... ya amarillenta de los años caidos encima..

Describías nuestra amistad proyectada 60 años mas tarde. Quién podía llegar a pensar que ya no tendríamos alero, ni hamacas, ni ropas holgadas de los añejos, no estaría ese ave que pía a lo lejos.. o que yo iba a hacerme tantos tajos en la piel hasta lograr vomitar lagrimas de sangre negra. ¿Quién iba a pensarlo?

Parecíamos las mejores amigas






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